El tiempo tiene una doble dimensión. Se puede medir en horas, días,
meses y años pero existe también un tiempo vivido e inconmensurable.
Para un desprevenido dos años en la vida de un país es casi nada. Pero
para quienes formamos Kolina y venimos sembrando el suelo de la patria
con compromiso militante, para quienes venimos transformando sobre la
transformación, estos dos últimos años han condensado buena parte de
nuestra historia.
El 20 de julio de 2010 en el Teatro Coliseo,
lanzabamos Kolina. Frente a compañeros de todo el país, Néstor nos
propuso un desafío: “que florezcan mil flores”. La palabra convoca sólo
si se asume desde lo más profundo del corazón. La palabra organiza en la
medida que señala un camino y, en ocasiones, nos incomoda. Néstor nos
convocó y nos organizó. Le puso nombre a lo que no tenía nombre sin
esperar discursos enlatados en los laboratorios de la política con
minúscula.
Los cambios se registran en los hechos pero el cambio en
el cambio es más difícil de percibir. Como en la taba, hay que dar
vuelta todo y en ese todo estamos incluidos. Crear con generosidad es el
imperativo de la época. Sin preguntar procedencias sino preguntando por
el destino en común. Si allí hay un acuerdo, el resto es más fácil o
debería serlo.
La vida es irremediablemente polifónica pero no por
ello tiene que devenir en un diálogo de sordos. Allí está la política
con mayúscula para reunir y sintetizar con el debido respeto por las
experiencias e identidades previas. Por eso han sido intensos estos dos
años. Hemos enhebrado pacientemente a lo largo y a lo ancho del país una
corriente que ha bebido de la tradición pero que ha enunciado y
formulado nuevos modos del estar unidos y organizados.
Los
movimientos nacionales en América Latina son plurales y de contornos
indefinidos. Trabajadores y trabajadoras del campo y la ciudad,
intelectuales, amas de casa, estudiantes, empresarios y profesionales no
han precisado membresía alguna para sentirse parte. Estas fronteras
porosas por abajo fueron compensadas con una fuerte centralización por
arriba. En ocasiones, la suerte del conjunto se vio hipotecada por el
exilio o la muerte de un conductor y con ella la desaparición de la
prenda de unidad. Nuestro proyecto reclama a la vez que mil flores, un
puente de plata generacional y sincrónico con todos los hombres y
mujeres del campo popular.
En estos dos años hemos visto
desmoronarse al más sórdido de los relatos. Aquél que ponderaba al
Dios-Mercado y sostenía que el dinero puede producir dinero. Ante
nuestros ojos, se ha revelado un mundo que es un tembladeral. Para
atenuar los efectos de una crisis que no producimos, debemos seguir
apostando por el trabajo de los argentinos. Como dice Cristina, debemos
pensar en los cuarenta millones y relegar los apetitos personales y
corporativos. Quienes se arroguen exclusividades se quedarán en los
andenes a una insalvable distancia del tren de la historia.
Estamos
subiendo la colina. Crecimos desde el pie con esfuerzo bajo la
conducción estratégica de nuestra compañera Presidenta y el ejemplo
inmenso de Néstor. Tenemos por delante la tarea de formarnos,
fortalecernos y dotar al proyecto nacional de la mejor herramienta que
podamos construir. Por todos, por cada uno y por la patria. Kolina es
lealtad.
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