jueves, 19 de julio de 2012

Dos años y mil flores

El tiempo tiene una doble dimensión. Se puede medir en horas, días, meses y años pero existe también un tiempo vivido e inconmensurable. Para un desprevenido dos años en la vida de un país es casi nada. Pero para quienes formamos Kolina y venimos sembrando el suelo de la patria con compromiso militante, para quienes venimos transformando sobre la transformación, estos dos últimos años han condensado buena parte de nuestra historia.
El 20 de julio de 2010 en el Teatro Coliseo, lanzabamos Kolina. Frente a compañeros de todo el país, Néstor nos propuso un desafío: “que florezcan mil flores”. La palabra convoca sólo si se asume desde lo más profundo del corazón. La palabra organiza en la medida que señala un camino y, en ocasiones, nos incomoda. Néstor nos convocó y nos organizó. Le puso nombre a lo que no tenía nombre sin esperar discursos enlatados en los laboratorios de la política con minúscula.
Los cambios se registran en los hechos pero el cambio en el cambio es más difícil de percibir. Como en la taba, hay que dar vuelta todo y en ese todo estamos incluidos. Crear con generosidad es el imperativo de la época. Sin preguntar procedencias sino preguntando por el destino en común. Si allí hay un acuerdo, el resto es más fácil o debería serlo.
La vida es irremediablemente polifónica pero no por ello tiene que devenir en un diálogo de sordos. Allí está la política con mayúscula para reunir y sintetizar con el debido respeto por las experiencias e identidades previas. Por eso han sido intensos estos dos años. Hemos enhebrado pacientemente a lo largo y a lo ancho del país una corriente que ha bebido de la tradición pero que ha enunciado y formulado nuevos modos del estar unidos y organizados.
Los movimientos nacionales en América Latina son plurales y de contornos indefinidos. Trabajadores y trabajadoras del campo y la ciudad, intelectuales, amas de casa, estudiantes, empresarios y profesionales no han precisado membresía alguna para sentirse parte. Estas fronteras porosas por abajo fueron compensadas con una fuerte centralización por arriba. En ocasiones, la suerte del conjunto se vio hipotecada por el exilio o la muerte de un conductor y con ella la desaparición de la prenda de unidad. Nuestro proyecto reclama a la vez que mil flores, un puente de plata generacional y sincrónico con todos los hombres y mujeres del campo popular.
En estos dos años hemos visto desmoronarse al más sórdido de los relatos. Aquél que ponderaba al Dios-Mercado y sostenía que el dinero puede producir dinero. Ante nuestros ojos, se ha revelado un mundo que es un tembladeral. Para atenuar los efectos de una crisis que no producimos, debemos seguir apostando por el trabajo de los argentinos. Como dice Cristina, debemos pensar en los cuarenta millones y relegar los apetitos personales y corporativos. Quienes se arroguen exclusividades se quedarán en los andenes a una insalvable distancia del tren de la historia.
Estamos subiendo la colina. Crecimos desde el pie con esfuerzo bajo la conducción estratégica de nuestra compañera Presidenta y el ejemplo inmenso de Néstor. Tenemos por delante la tarea de formarnos, fortalecernos y dotar al proyecto nacional de la mejor herramienta que podamos construir. Por todos, por cada uno y por la patria. Kolina es lealtad.

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