miércoles, 11 de mayo de 2011

Mujeres construyendo un país diferente. Por Alicia Kirchner

En la medida en que nos emponderamos en la toma de decisiones a nivel sociedad y con respecto a derechos, bienes y recursos en lo cotidiano del hogar, en el ámbito local, provincial, nacional, regional e internacional ampliamos y crecemos en igualdad de género.Nada es más perjudicial a la perspectiva de género, que el reconocimiento de la igualdad de derechos sea sólo enunciativo.


Los derechos se conquistan, y generalmente cuestan mucho. Siempre han sido el producto de luchas que los reivindican. Y los que más han costado son los derechos sociales. Porque hubo que arrebatarlos. Por eso, los movimientos sociales primero fueron revolucionarios, transformadores y luego políticos.

Srilatha Batliwala, en la India, cuando habla de empoderarse de bienes y recursos dice que estos pueden ser materiales, intelectuales e ideológicos.Las mujeres como parte de esas luchas se ha implicado en todos los tiempos, aunque la historia las haya ocultado de la épica.


Y en esa historia hubo muchas líderes reconocidas a destiempo, en su búsqueda de reinvidicaciones.


El 8 de marzo, se instaló como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Lejos de una celebración frívola, recordamos el sacrificio de 129 mujeres trabajadoras, que murieron quemadas, encerradas en la fábrica textil Cotton, en Nueva York, en 1908. Habían iniciado una huelga reclamando mejoras salariales, descanso semanal y ocho horas de trabajo. Las encerraron y les lanzaron bombas incendiarias. Casi una década anterior, los “Mártires de Chicago” buscaban lo mismo. El principio del fin de la explotación por lo cual hoy se sigue luchando más allá del género.

Años después, el mundo comenzó a discutir la participación de la mujer en la sociedad, en igualdad con los hombres. Y en la Argentina, Eva Duarte de Perón, fue pionera en la defensa y legitimación de los derechos de las mujeres en la sociedad a partir del voto femenino. Curiosamente Eva es rechazada por mujeres que forman parte de la Sociedad de Beneficiencia. Esa sociedad creada por el Presidente Rivadaviaen 1823, había servido para encauzar las actividades de asistencia social que se les adjudicaba tradicionalmente a las mujeres y denostaba la capacidad de EVITA.

La impronta de Perón en cerrarla muestra la idea de que el gobierno sostenía un concepto en políticas sociales que no se condecía con el asistencialismo, y si apuntaba a reformas estructurales, que es la manera de ejecutar las políticas sociales.

En la Argentina de la Doctrina de la Seguridad Nacional, las mujeres fueron la columna vertebral de la nueva resistencia. Entregaron sus vidas muchas de ellas. Pero el despojo mayor fue el haber entregado a sus hijos e hijas a la barbarie genocida. Y lo siguieron siendo durante la democracia, reclamando juicio y castigo a los culpables.

Cuando el neoliberalismo golpeó fuertemente a la familia, la mujer se abroqueló en el hogar, para defenderse y defender a los suyos de la pobreza, la miseria y el desempleo. Las mujeres, por su propia naturaleza, fueron construyendo un tejido social, que impidió el derrumbe total. Por eso la mayoría de los hogares pobres terminaron siendo monoparentales y conducidos por ellas. Tuvieron que salir a la calle para mantener a la familia. Incorporarse masivamente a un mundo del trabajo deshumanizado y explotador. En su mayoría fueron trabajos marginales. Y esos empleos, apenas les permitían acceder a derechos marginales. A esta situación le pusimos un nombre. Comenzamos a hablar de la feminización de la pobreza.La verdad que en estos 200 años la mujer ha tenido un activo protagonismoen el cambio estructural de los países, pero fue relegada en su reconocimiento a un segundo plano promoviéndose sobre ella juicios de valor, tales como “detrás de todo gran hombre hay una gran mujer”. Detrás nunca, adelante o a la par según sus capacidades como persona.

La desigualdad no ha terminado. Subyace no solamente en el trabajo, sino también en el acceso a bienes y servicios y también en la política, aunque se hayan dado pasos importantes en el mundo para revertirlo. Por eso el desafío es avanzar cada vez más en la participación de la mujer y, sobre todo, en la defensa de sus derechos.

En el reciente encuentro oficial de nuestra presidenta, Cristina Fernández, con la novel presidenta de Brasil, Dilma Rousseau, ambas mandatarias se comprometieron a promover “el intercambio de información y la coordinación de acciones entre ambos países a fin de eliminar la discriminación contra las mujeres y alcanzar la igualdad de género, con el objetivo de lograr sociedades más inclusivas en donde las mujeres puedan participar, en condiciones de igualdad con los hombres, en todos los ámbitos de la vida política, social y económica de ambos países”.

La Argentina está volviendo a ser un país de certezas y oportunidades. Desde hace ocho años, primero con Néstor Kirchner, y después con la primera mujer electa como presidenta, Cristina Fernández, se viene haciendo realidad la construcción de ciudadanía de argentinos y argentinas, como sujetos de derecho y en un pie de igualdad de género.

Hoy a algunos les sorprende que en los cargos políticos de Ministros Nacionales haya mujeres conduciendo. Vieron con menor sorpresa que yo fuera Ministra de Desarrollo Social porque esta actividad, se decía, como otras humanísticas estaba reservada a la mujer. Lo curioso es que todos los que me precedieron, salvo Graciela Fernandez Meijide eran hombres.

Ministra de Industria, de Defensa y Salud en su momento, de Desarrollo Social, de Seguridad, están conduciendo, y empoderándose en una gestión gubernamental. Las hay intendentas, gobernadoras, legisladoras miembros de la Corte Suprema de Justicia, juezas y responsables de instituciones públicas y privadas, dirigiendo distintos espacios sociales, culturales, científicos. Y lo hacen poniendo en su liderazgo, sus convicciones, con toda la intelectualidad de la que son capaces, con actitudes y valores, jugándose por la transformación.

Sin embargo un largo camino nos queda, en nuestro país las mujeres no usan “la burka o túnica de tela” desde donde apenas se puede ver, pero aun sin usar ese velo hay todavía una prevalente imagen de mujer objeto, con connotaciones peyorativas.La mujer debe interpelar a la sociedad de su derecho a la igualdad en el mundo económico, social, cultural y político y en lo simbólico. Hoy una mujer conduce los destinos de nuestro país. La Argentina tiene esa oportunidad por un mundo más justo para todos y todas.

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